BOLETÍN ELECTRÓNICO - Año 13 - Número 486 - LUNES 29 de julio de 2019

NO AL SERVICIO CÍVICO VOLUNTARIO EN VALORES

En junio de 1966, las Fuerzas Armadas, con el general Juan Carlos Onganía a la cabeza, derrocaban al presidente constitucional Arturo Illia. El clima social se había preparado para aceptar el golpe, mientras un gran número de editorialistas argumentaban a favor del “hombre fuerte” necesario para restablecer el orden.

 

Para lograr aquel “orden”, entre sus primeras medidas, se ordenó la detención de dirigentes sindicales y estudiantiles, se secuestraron libros, se clausuraron locales, se prohibió la exhibición de películas; incluso se llegaron a imponer multas a los que infringieran estrictas normas de vestimenta y lenguaje en público.

 

En este contexto, el 29 de julio de 1966, a solo un mes de asumir el poder, tuvo lugar la “noche de los bastones largos”. Con la excusa de combatir el comunismo, se autorizó el asalto contra la histórica autonomía universitaria, en la que autoridades, profesores, estudiantes y graduados de la Universidad Nacional de Buenos Aires sufrieron la represión policial de la dictadura de Onganía.

 

Aquella fatídica noche es recordada como “La Noche de los Bastones Largos” porque esas eran las armas que portaban los policías, que tenían orden estricta de reprimir con dureza y “a bastonazos” a quienes se resistieran a desalojar las cinco facultades que estaban tomadas en la UBA como resistencia a la decisión de los militares de intervenir las Universidades Nacionales para anular el régimen del co-gobierno instaurado por la Reforma del ’18. Producto de la represión no sólo se destruyeron aulas, laboratorios y bibliotecas, sino que se detuvieron al menos a 400 personas.

 

 

 

El verdadero trasfondo de esa oleada represiva fue la pretensión de desterrar la autonomía universitaria del poder político consagrada en la Reforma y, re-direccionar así, los contenidos de la enseñanza y la investigación científica para colocarlos al servicio de los intereses de turno. Este episodio repudiable fue la génesis de la decadencia académica y cultural de la Universidad en nuestro país, y de la “fuga de cerebros”, ya que cientos de prestigiosos académicos e investigadores fueron cesanteados, renunciaron a sus cátedras o abandonaron el país. En total emigraron 301 profesores de la UBA, de los cuales 215 eran científicos.

 

Con la intervención del gobierno de facto a las Universidades Nacionales se aplicó una estricta censura en los contenidos curriculares y se desmanteló un proyecto reformista de Universidad científica de excelencia, sobre la base de la estrecha vinculación entre investigación y docencia.

 

Hoy, a 53 años de esa siniestra noche, debe ser una jornada de reflexión y de lucha atentos a la situación de los docentes, estudiantes y no docentes de las Universidades Nacionales que nos encontramos enfrentando las políticas de ajuste en nuestras universidades, y en el país en su conjunto. A 53 años de aquella noche, FADIUNC ratifica, una vez más, su compromiso de lucha por una Universidad pública, autónoma, democrática y popular. Recordamos y rendimos homenaje a quienes, en aquel momento, resistieron con su cuerpo y su conocimiento al atropello dictatorial sobre la Universidad Pública.

 

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