BOLETÍN ELECTRÓNICO - Año 11 - Número 390 - Lunes 27 de Marzo de 2017

“PLAN MAESTRO”:

DE CAÍDAS Y EL FRACASO DE LA POLÍTICA

Lucha docente, Plan Maestr@… ¿y después?

La discusión de salarios en una, hasta ahora, frustrada paritaria de educación nacional, va poniendo en evidencia lo más profundo de las ideas del gobierno de Mauricio Macri sobre educación. Con una candidez que orilla la ingenuidad o la ignorancia, el Presidente y sus acompañantes de gobierno, van dejando caer los componentes de un ideario imposible de confesar explícitamente. Ideario que se empeñan en llevar adelante cueste lo que cueste. La publicación parcial de las pruebas Aprender, en donde se pone en evidencia lo que ya todos sabíamos: la educación argentina, todo el sistema educativo, sigue en un declive iniciado hace casi 60 años. 

La primera actitud que asume el gobierno en la persona de Macri y su Ministro Bullrich, es doble. La primera es que los males o el empeoramiento de la educación es un hecho ajeno a las políticas de gobierno, por lo menos a la suya, un fenómeno natural, idiosincrático de la estupidez genética de los argentinos. La otra, pretender cargar sobre las espaldas del docente el fracaso de la educación. En este caso particular, la huelga docente es hoy el agravante de todos los males; de allí la posición de padres y niños como “rehenes del insaciable apetito salarial docente”. 

Esta película la hemos visto con todos los gobiernos. Por suerte, en cualquier información que quisiéramos consultar sobre “como hicieron” los finlandeses, los chinos, los rusos, coreanos, norteamericanos, etc. encontraríamos detrás de los éxitos mayores o menores, un acuerdo social y una decisión política firme respecto a torcer el “destino” de los malos resultados educativos y particularmente los productivos. Ningún analista o experto educativo, por más partidario del gobierno que sea, puede negar esta realidad: cambiar los resultados obtenidos tiene que ver con un plan integral para transformar la educación. Junto con frases como “caer -en la desgracia de ir a- la escuela pública”, la negativa a no fijar un piso nacional para los salarios docentes, poner como techo el 18%, por debajo de la inflación, nos proporcionan elementos para sondear el verdadero compromiso del Gobierno de Macri con la educación pública y también privada. 

Como decíamos antes, el intento de zafar de la responsabilidad política del Estado y, por ende, del Gobierno al que le toca administrar la educación, es inapelable. Es evidente que el único organismo social capaz de tomar y sostener semejante decisión es el Estado y el Gobierno de turno. Pero el Gobierno nacional, aún ante evidencia de los hechos, no pierde oportunidad para torcer políticamente lo que técnicamente es obvio. Es necesario un gran consenso respecto a la educación que queremos, pero el proyecto de ley ya está presentado en el parlamento, sin ningún consenso social. La movilización social a que ha llevado este conflicto, los que están a favor o en contra de la huelga y sus métodos, de hecho no significan nada para el gobierno; es sólo una oportunidad de “ganar de mano” en el debate, condicionarlo o desviar la atención. 

En este apuro o “descuido” el Gobierno pretende pasar “de puntas de pie” y evitar otro debate que es primero: el modelo de país en el que estamos pensando. Si nos proponemos diseñar un sistema educativo que prepare los futuros profesionales y trabajadores argentinos, debemos discutirlo antes, pero fundamentalmente discutir antes el modelo de país en el que está pensando el Presidente Macri. A veces explicita, otras implícitamente, se dice que el modelo de desarrollo del Gobierno, es el australiano. Dicho así no suena necesariamente mal, a no ser que tengamos en cuenta que, en el caso argentino, estamos hablando de un país dependiente, con sus recursos fundamentales y materias primas (el petróleo, la tierra, el agua…) en manos extranjeras. No es del todo malo exportar minerales, vinos, cereales, carnes, etc.; la discusión principal tiene que ver con el valor agradado, el trabajo que se volcará a la transformación de esas materias primas. 

Alguien dijo, con mucha razón que, si nuestro proyecto estratégico de país es el turismo, las exportaciones de cereales en bruto, los minerales, etc.; que si no ponemos por objetivo que los ingresos de nuestras exportaciones tengan como objetivo la industrialización de Argentina; entonces en el país sobran 25 millones de habitantes. La prueba está en los propios hechos que el gobierno destaca como reactivación. Son todos sectores ligados a la exportación de granos y a la compra de vehículos utilitarios por parte de estos sectores. Por el contrario, con todo descaro se afirma que otros sectores de la economía deberán reconvertirse o directamente son inviables, esto también lo han dicho otros gobiernos. 

 

Cabe señalar que las PYMES ocupan hasta el 80% de la mano de obra en Argentina. Entonces, si estamos de acuerdo en que la reformulación del sistema educativo, la inversión en infraestructura, formación de maestros y profesores, mejores salarios, etc. está íntimamente ligada a la reorganización del sistema productivo; la propuesta aislada respecto a la transformación de la educación, se transformará en una nueva mentira, o en el mejor de los casos, en una nueva frustración. Como ya lo fueran el Congreso Pedagógico motorizado por R. Alfonsín, la transformación educativa impulsada por el Gobierno de C. Menem y las propuestas desarrolladas durante el periodo del gobierno del matrimonio Kirchner. 

Una significó una mayor clarificación de los fines de la educación y de la sociedad que queríamos después de la dictadura; con Menem la plena reinserción en el mundo de la globalización; con los gobiernos Kirchner la reinserción social de numerosos jóvenes, la contención social de las familias, etc. Lo cierto es que la declinación educativa no se detuvo. Se profundizó aún más, al mismo tiempo que se profundizó la pobreza y la miseria en un país que estuvo a la cabeza en materia de educación hace 60 años. Todo esto a pesar de los enormes recursos destinados por uno y otro gobierno. 

Discutir la transformación total de la educación es inseparable de la discusión del modelo de país que queremos. Por ello no puede ser una discusión que se dirima sólo en los despachos técnicos, ni en el de empresarios, sino que debe bajar a sociedad toda a través de sus organizaciones sociales. ¿Una cortina de humo? Otra muestra de que este es un manotazo de ahogado por recuperar la iniciativa política en medio del conflicto y sumar la acusación de que los docentes sólo piensan en el salario y ellos en la educación de niños y jóvenes, es el hecho de que una propuesta como el Plan Maestr@: una propuesta Nacional, implica necesariamente, una instancia de coordinación también nacional. El Ministro Bullrich y el Presidente Macri, deberían saber que un plan de tales características supone discutir de carrera docente: composición del salario docente, estabilidad laboral, composición del salario, formación docente, perfeccionamiento, diseños curriculares para la formación docente y el perfeccionamiento; condiciones de trabajo (infraestructura adecuada a la doble jornada), etc. 

Todos esos temas son materia de discusión de una Paritaria Nacional, según las herramientas legales con las que contamos hoy y en conjunto suponen una movilización de recursos que solo la Nación puede hacer. O sea, no hay Plan Nacional de transformación educativa, sin coordinación nacional. La decisión rotunda de cerrar esta instancia, la de Paritaria Nacional, y tirárselas a las provincias y sus magros recursos, demostraría que el gobierno está pensando más en sujetar los salarios a la propuesta de límite para el déficit fiscal, desarticular CTERA y avanzar en ajuste; más que en cualquier transformación profunda del Sistema Educativo Nacional.

Por Héctor Antonio Mugas

Dr. en Ciencias de la Educación, docente de la Universidad Nacional de San Juan

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